Los viernes, libre

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Carta de un nuevo editor al mercado

Esplendor sustantivo. Así debería definirse el momento editorial actual. No precisamente por las ventas, no; pero sí por la indudable calidad de lo que se hace. Nunca se ha publicado mejor, nos atrevemos a afirmar.
Nos hubiera gustado haber surgido, como editorial, en la abundancia de décadas atrás cuando, por ejemplo, Carmen Balcells  era capaz de provocar no sólo un boom sino un verdadero big bang de las letras hispanoamericanas. O cuando, según nos cuentan, las editoriales del tebeo eran capaces de tirar 150.000 ejemplares semanales del Capitán Trueno para venderlos todos sin dificultad. Pero revisen alguno de los libros de aquel momento, comprobarán descuidos en las cajas de maquetación o desplazamientos de colores que bailaban sobre las siluetas de los personajes de los cómics.
Así que nos ha tocado nacer en un momento espléndido. Y codearnos entre el centenar de novedades que cada semana reciben los estupefactos libreros. “Muchos, demasiados y casi todos buenos, muy buenos libros”, como decía un responsable de una pequeña librería incapaz de alojar el inmenso supermercado que oferta Amazon a un clic.
Es un lujo poder arrancar y compartir momento con la iniciativa de pequeñas editoriales que empiezan a no ser tan pequeñas pero que son nuestra guía. El entorno de Contexto sería suficiente para sostener la primera afirmación de esta entrada. En orden alfabético, apabullante: Libros del AsteroideImpedimenta, Nórdica, Editorial Periférica y Sexto Piso.
Pero aún hay más. Si quieren asomarse a La Felguera, suscríbanse, por favor, a sus revista, Agente Provocador.
Mención especial en este cuidado inusitado de la edición merece como disfrute de libro objeto Pol.len. Detengámonos en su breve historia. Es la marca editorial de la imprenta ecolólogica El Tinter, recuperada por algunos de sus trabajadores tras la quiebra empresarial. Seguimos. ¿No conocen Blackie Books? Deberían. Una editorial joven que parece haber remozado las vetustas inercias del mercado editorial.
El estallido de editoriales desde la reciente crisis es un fenómeno cósmico como aquel del boom. Producto en ocasiones del autoempleo, y en ejercicio de supervivencia, permite a grandes profesionales expulsados de los desajustes contables digitales de grupos editoriales soñar con poder publicar. Un sueño que puede ser pesadilla porque como insistía una gerente de una gran distribuidora de libros: “¡No se venden libros!”, instándonos a cambiar de sueño. Sí, las cifras no acompañan. Pero la distribución editorial en España merece una novela de intriga y, seguro, de enorme acogida entre editores.
Flaubert definió a la literatura como una “orgía perpetua”. Esto parece estar ocurriendo con la fruición compulsiva de la oferta editorial. Para que luego estas rutilantes publicaciones no te quepan en casa. Libros para coleccionar a duras penas en la cada vez más exigua economía del espacio que ordena el libro electrónico. Y siempre queda la funesta pregunta: “Si no se venden libros, ¿dónde se quedan?”. En manos de turbios saldistas que venden un gran libro costosamente producido a precio de tebeo.

Durante este primer año nos hemos topado con casi todo. Antiguos editores quebrados; profesionales de la imprenta reconvertidos a camareros; autores de primera fila presentando libros ante tan solo dos personas; famosas librerías que ceden su espacio para una presentación pero luego hay que pasar por caja; ferias del libro con un centenar de firmas distintas el mismo día… Incluso hemos conocido a autores que venden. Pero también desvergüenza. La autoedición perversa que en ocasiones ha sido el filón para explotar la vanidad de aquel que quiera ser escritor por editoriales no muy recomendables.

Bien, entonces llegó bookolia Editorial. Observe que la primera letra de la denominación es minúscula y no como se supone a los nombres propios. Y la “K” la escribimos volteada. Y que por si no lo sabían, al margen de su actividad empresarial, que debe rendir, es una filosofía. Una filosofía que genera sueños. Nuestros autores nos hacen soñar porque confirman que “la vida es sueño”, lo demás es abulia.

Gracias Amada Blasco, Pedro Cortejosa, Patricia García Sanchez, Concha Martínez Pasamar, Marta Rañada, Jaime Palomo, Caterina Rimelli, Sahida Hamido, Marta Aguilera, Marga Marín, Cynthia Hidalgo, Luis Fernando Redondo, Isabel Ruiz. Gracias también a Horacio Quiroga por no dejarnos a nadie. Habéis construido una fábrica de sueños.

Echen un vistazo. No, no están soñando. Es una realidad esperando a hacer soñar.

Portada catálogo bookolia 2016

Portada del catálogo de bookolia Editorial de 2016.